sábado, 15 de agosto de 2009

Arquitectura

Desde el siglo XVI la arquitectura maya ha llamado poderosamente la atención de los europeos. Sus pirámides, templos y palacios habían sido abandonados tiempo atrás, pero la selva y la falta de información actuaron como acicates para sus primeros estudiosos. Los materiales de que dispusieron los arquitectos mayas fueron la piedra caliza para los sillares de revestimiento y tierra, cascajo y lajas de piedra para el relleno de los núcleos y basamentos, obteniendo cemento para la sujeción del carbonato cálcico. La madera de caoba y zapote proporcionaba materiales para los dinteles de las puertas, los refuerzos para las bóvedas, así como andamios, escaleras y rodillos que facilitaban el trabajo.

El logro técnico más característico fue la falsa bóveda, que no es otra cosa que dos muros que se juntan en la parte superior por aproximación de hiladas de piedras. El estuco se usó para enlucir pavimentos, paredes y esculturas, y se obtenía mezclando la cal con agua en una solución de goma vegetal. El enorme peso de las bóvedas y las cresterías (muros de mampostería que se alzaban sobre ellas) obligaba a aumentar el grosor de las paredes y a reducir los vanos.
La arquitectura maya floreció principalmente en torno a seis áreas: Petén, el valle del Motagua, la cuenca del río Usumacinta, Puuc, Chenes y la región de Río Bec.

Petén

El estilo de esta región, clave para el ulterior desarrollo del arte maya, se caracteriza por las imponentes masas frontales suavizadas por la altura de los paramentos y santuarios macizos, de planta irregular, con una sola puerta. Los principales centros fueron Tikal y Uaxactún, situados al norte del lago Flores en medio de una exuberante vegetación. El primero fue el mayor de todos los centros ceremoniales y su arquitectura sobresale por su sentido de la proporción, el refinamiento estructural y la sutileza de los detalles.

Motagua

El valle del Motagua se hace singular por la utilización de sillares de traquita, la gran abundancia de esculturas y la profusa decoración de los frisos. El centro de esta región, Copán, fue la sede de varios congresos de astronomía. El interés por esta ciencia se refleja en una serie de monumentos y monolitos, entre los que sobresale la monumental Escalera de los Jeroglíficos, cuyos escalones están completamente recubiertos de inscripciones. El otro centro es Quiriguá, donde se desarrolló una escultura monolítica de proporciones colosales.

Usumacinta

La región del Usumacinta posee inmensas acrópolis, y destaca por la decoración en estuco y la sensación de ligereza que le imprimen sus amplios pórticos y las figuras de las fachadas. Los núcleos principales fueron las ciudades de Yaxchilán, Piedras Negras y Palenque, donde se alza el templo de las Inscripciones, una pirámide que alberga la tumba del rey Pacal el Grande.

Puuc

La zona Puuc (Uxmal, Kabah, Sayil) se caracteriza por el empleo de columnas, los zócalos sencillos, las paredes lisas y los frisos enormes y decorados profusamente con mosaicos de piedra.

Chennes

En esta región la superficie de las fachadas de los edificios suele estar decorada con mascarones de piedra. Hochob y Dzibilnocac son los principales centros.

Río Bec

Por último, lo que más llama la atención del estilo de Río Bec son las torres ornamentales de mampostería construidas a modo de pirámides parecidas a las de Tikal. Suelen aparecer de dos en dos, una a cada lado de la fachada.

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